sábado, 30 de junio de 2007

sonar 2007

Confusión neuronal con los conceptos culturales "amor", "personas", "basura", "clones" y "música electrónica"

ombligos aparte


¿no dicen - y si no lo digo yo - que la poesía es un sentimiento biográfico?

la noche

Los Ángeles que llevan linternas

Porque temen oscuros pensamientos

Los Demonios que han espantado

a los murciélagos que habitan dentro

El ánfora que nos sujeta al fondo

Para que no salgamos volando

Las alas negras de criar cuervos

Para sacar los ojos y al fin cerrarlos

Al oído nos tocan instrumentos

Al tacto, se oyen las plumas

A la vista está el gusto de los Ángeles

Por olfatear lo que seguiremos soñando

La Empresaria onírica nos duerme

Mientras los Ángeles trafican sueños

Con única condición de protagonizarlos

Son ellos los que montan en bicicleta,

consiguen que el amor les mire

y encuentran monedas de 10 euros

Para nosotros sólo queda el opio

Que sobra en una fiesta

Y la resaca del día siguiente

Y el amor...

Al descubierto,

Incluso yo misma

Tengo miedo de mi misma.

Incluso yo misma

Soy capaz de merodear

De lejos el asunto

Con tal de no decir de ello una palabra.

Al descubierto,

Incluso lo que sólo parece un problema

Se convierte en problema porque es una obsesión.

No me apetece estar triste,

No quiero pensar

En cómo no pensar más en esto

Que no hay forma de alejar de mi cabeza.

O sí que hay forma, pero no es sana,

Es estar en ese problema otra vez.

Nada importa si estoy ahí,

Los segundos pasan sobre mí como inofensivas golondrinas,

Y como ellas, pasan muy rápido.

A veces, en ese lugar, tengo un momento de lucidez

Y puedo ver claramente a los segundos-golondrina

Pasearse velozmente sobre mi cabeza,

En ese preciso instante,

Me da pena,

Porque sé que me lo he inventado todo,

Como sé que el problema me ha inventado a mí.

Por suerte es un problema inolvidable, tranquilo, amable,

Vendrá a visitar mi imaginación en primavera

Y la primavera me descubrirá como a una rosa más.

Paisajes


- Abróchense los cinturones:

Primera planta: nubes; cirros.

Segunda planta: más nubes; cúmulos.

Tercera planta: definitivamente, nubes; estratos.

¡...Una nube con forma de Australia o con forma de cabeza de perro!, otra nube con forma de zapato y otra pequeñita al lado que podría ser Sicilia, una con forma de dignidad, otra con forma de aroma, otra muuuuuuuuyyyyyyy grande con forma de secuoya, secuoya, secuoya, secuoya..............................................................................

......................................................................................................................................, una nube con forma de hombre sosteniendo la bandera de Japón; no se aprecia si el que la sostiene es oriental autóctono o no,

una muy diminuta con forma de gigante, otra con forma de catrilecia o incluso trucopia .

Un carmíriaco con forma de nube, dos, no, tres carmíriacos... No, finalmente son dos carmíriacos y un trinacle...

- Abróchense los cinturones:

Estratos,

cúmulos,

cirros,

el color blanco porque es la suma del resto de colores que pasan tan rápidamente,

¡nubes otra vez!;

ahora son negras o de un color rojo abrasador...

- Hemos llegado al infierno.

Encuentro amoroso

Mierda; se ha puesto a llover. Entonces será mejor qué... Pues nada Luis: el beso, la farola (quién la ha puesto ahí), el semáforo, acelero, me giro un poco, agito el brazo, sigo corriendo, siento algo en la suela, he pisado... que asco, no me paro en ningún bordillo porque (por fortuna) mis zapatos son planos. Continúa lloviendo, aunque ahora levemente. Camino con más calma, dándole a la inmundicia tiempo para adherirse al suelo antes de llegar a casa. Dejo de pensar en la mierda y oigo pasos: es un hombre que me persigue; que no me persigue, que tengo manía persecutoria. Por allí viene a estas horas – ¡Santi! – y aprovecho para pararme y ver al tipo que me persigue, pero no puedo verlo porque está en una cabina haciendo como que llama por teléfono, aunque lo mismo está llamando de verdad y no me persigue. Mientras hablo con Santi pasa una chica que se para en el semáforo. Y Santi dice que tal y que cual y yo qué sé lo que está diciendo Santi porque parece que llueve con más fuerza. - ¿Sí? Qué bien. Mira que...- (que ahí te pudras Santi que me estoy mojando). Camino hacia el mismo semáforo que la chica. El tipo que me persigue me adelanta y se pone a perseguirla a ella, que debe ser más atractiva. ¿No me estaba persiguiendo a mí? Sigue lloviendo con tanta fuerza que el agua estrellándose contra el suelo hace un ruido ensordecedor. Aligero y me pongo a la par del tipo que me perseguía, le toco el brazo e interpreto un papel- ¿Oiga?... Perdone, me he confundido - , aligero y lo adelanto a él y a la chica que ahora está hablando por un móvil. Voy sacando las llaves porque estoy cerca de casa. Saco la del portal, aunque no me hace falta porque sigue roto el cierre automático. Una vez dentro me pongo a empujar la puerta para cerrarla manualmente. A través del cristal veo al tipo que me persigue, intenta abrirla, yo empujo con más fuerza, aunque no tanta como la fuerza con la que cae la lluvia haciendo un ruido ensordecedor o la del tipo que me perseguía y que ya me ha alcanzado porque consigue entrar. Lo miro, me golpea. Me despierto gimiendo con la lluvia; me duele tanto que... necesito más aire, respiro tan hondo que vuelvo a perder el sentido. Esta vez me despiertan los pasos del tipo al salir del portal y pienso de forma absurda que como no ha cerrado manualmente se habrá quedado abierto; se ha ido. No puedo moverme, no quiero moverme: quiero morirme. Si me muevo, será como admitir que no es un sueño. Me duele. Los botones del abrigo están por el suelo, tengo la cara húmeda: lágrimas, sudor, saliva o semen. Me incorporo; las medias rotas, tengo señales de lo que le ha costado romperlas: más que abrir la puerta. Tengo sangre entre las piernas pero no lloro. Decido levantarme y al hacerlo me golpeo en la cabeza con los buzones, entonces lloro un poquito. Subo a casa (vivo en la primera planta), y vuelvo a bajar porque no encuentro las llaves, la luz que hay es la de las farolas de la calle, si enciendo la del portal, será como admitir que no es un sueño. La enciendo, veo las llaves en el suelo, vuelvo a subir, entro en casa, voy a la ducha, no me miro en el espejo; si lo hago, será como admitir que no es un sueño. Me miro, me doy lástima, me meto en la ducha; lloro otro poquito. Salgo, me pongo el pijama y voy directa al teléfono para llamar a la policía pero en lugar de eso, llamo a Luis. Me salta el contestador porque no le habrá dado tiempo a llegar aun a casa, le dejo un mensaje – te odio.


¿Y quién no?